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Señas de identidad
El bertsolarismo es una de las facetas culturales vascas más remotas e idiosincráticas. La obra “El arte del bertsolarismo: realidad y claves de la improvisación oral vasca”, llevada a cabo por Joxerra Garzia, Andoni Egaña y Jon Sarasua, define este fenómeno como “el discurso realizado cantando, rimando y midiendo”.
Un bertsolari es un improvisador de versos en euskera, que compite contra otro rival (o adversarios). A diferencia del resto de improvisadores que se conocen hoy en día en el mundo, actúa sin la ayuda de ningún instrumento musical, afrontando al instante la interpretación de un tema a través del bertso (verso), que suele ser complejo y se compone de estrofa, pie y rima.
La agilidad mental es clave, ya que el bertsolari apenas dispone de unos segundos para llevar a cabo el bertso, siendo la última palabra empleada por su adversario la que marcará la rima.
Jone Miren Hernández, profesora de Antropología Social de la UPV también subraya el carácter cooperativo del bertsolarismo, donde el público, entendido, seguidor y apasionado, es el agente imprescindible. “De hecho, el bertso toma sentido sólo cuando llega al público”, apunta.
Orígenes
Aunque el bertsolarismo improvisado, tal y como lo entendemos ahora, data del siglo XIX, se trata de una actividad cuyas raíces pueden encontrarse en la prehistoria.
Retrocediendo hasta nuestro pasado más antiguo, ya en el siglo IX hubo referencias a las “excelentes voces, educación y cultura” de las esclavas vascas por parte del historiador árabe Al-Makari, mientras que el historiador Esteban Garibay identificó el siglo XIV como el siglo de las “mujeres improvisadoras”.
Es en 1452 cuando, tal y como menciona la web Bertsolaritzaren dat-basea, aparecieron las primeras evidencias “indiscutibles” sobre la presencia social de la tradición oral improvisada. Y nada menos que en El Fuero de Vizcaya, donde se recogen dos alusiones directas a las mujeres improvisadoras del Señorío.
Sin embargo, se establece como fecha oficial del comienzo del bertsolarismo moderno el mes de febrero de 1801. Momento en el que se reunieron hasta 4.000 personas en Billabona para asistir en la plaza del pueblo al desafío entre los bertsolaris Juan Ignazio de Zabala (Amezketa) y José Joaquín de Erroicena “Txabalategi” (Hernani). En juego hubo cinco onzas de oro, y tras una dura pugna que se prolongó durante dos horas, la contienda terminó en tablas.
Una tradición muy viva
Las bertso eskolak y los talleres creados en numerosos colegios del País Vasco mantienen en auge la llama de una de las expresiones culturales más importantes de nuestro pueblo.
“El trabajo de estos centros logra mejorar el conocimiento del euskera y la capacidad de comunicación en público. También permite disfrutar de una actividad divertida y participativa”, apunta Miren Josune Ariztondo, Diputada de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia.
Campeonato Absoluto de Bertsolaris
Este certamen está organizado desde hace varios años por la Asociación de Amigos del Bertsolarismo. Sus orígenes se remontan a 1935, aunque es desde 1982 cuando se realiza regularmente, más en concreto cada cuatro años. Andoni Egaña ha sido uno de sus grandes protagonistas, al hacerse con el triunfo entre 1993 y 2005.